sábado, 9 de mayo de 2009

Retrato en la literatura

Últimamente he tenido varios libros en mis manos, y soy sincera terminé solo uno, uno casi por el final y otro por la mitad. Todos de diferentes escritores, con diferentes estilos. El que pensé me serviría fue el que termine "Travesuras de la niña mala" de Mario Vargas Llosa, pero lamentablemente lo deje en Venezuela. Recuerdo que el personaje principal, que tenía cierta adoración, apego y obsesión por esta "niña mala", hacía una descripción de ella que me hacía imaginármela tal cual él la adoraba, hubiese sido un buen ejemplo de retrato... pero bueno.
Ahora estoy entretenida con "Doce cuentos peregrinos" de Gabriel García Márquez, que realmente como todo lo de García Márquez me tiene atrapada. Y bueno, casualmente por su estética pude encontrar algunos retratos.
Aquí van algunos ejemplos, pequeños extractos de varios cuentos del libro, "Doce cuentos peregrinos" de Gabriel García Márquez:

1-. "Era bella, elástica, con una piel tierna del color del pan y los ojos de almendras verdes, y tenía el cabello liso y negro y largo hasta la espalda, y una aura de antigüedad que lo mismo podía ser de Indonesia que de los Andes. Estaba vestida con un gusto sutil: chaque de lince, blusa de seda natural con flores muy tenues, pantalones de lino crudo, y unos zapatos lineales de color de las bugambilias... ".    El avión de la bella durmiente

2-. "Veintidós años después volví a ver a Margarito Duarte. Apareció de pronto en una de las callecitas secretas del Trastévere, y me costó trabajo reconocerlo a primera vista por su castellano difícil y su buen talante de romano antiguo. Tenía el cabello blanco y escaso, y no le quedaban rastros de la conducta lúgubre y las ropas funerarias de letrado andino con que había venido a Roma por primera vez, pero en el curso de la conversación fui rescatándolo poco a poco de las perfidias de sus años y volví a verlo como era: sigiloso, imprevisible, y de una tenacidad de picapedrero...".       La Santa

3-. "Era un desconocido más de la ciudad de los desconocidos ilustres. Llevaba el vestido azul oscuro con rayas blancas, el chaleco de brocado y el sombrero duro de los magistrados en retiro. Tenía un bigote altivo de mosquetero, el cabello azulado y abundante con ondulaciones románticas, las manos de arpista con la sortija de viudo en el anular izquierdo, y los ojos alegres. Lo único que delataba el estado de su de salud era el cansancio de la piel".   Bueno viaje, señor presidente

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